jueves, 25 de febrero de 2021

The Beatles - Discografía

Discografía - Sgt. Pepper's lonely hearts club band (1967)
El octavo disco largo de los Beatles fue grabado en un momento especialmente dulce de su carrera: acababan de decidir, por unanimidad, abandonar las giras y centrarse en grabar discos; podían entrar en los estudios de Abbey Road a grabar lo que quisieran y cuando quisieran; aún vivía Brian Epstein, verdadero amigo e impulsor de su carrera, que los mantenía unidos, y se hallaban, en definitiva, inmersos en un universo pleno de éxito, fiestas, sexo, drogas alucinógenas y reconocimiento casi unánime por parte de todos los sectores que, aunque no podía terminar de otra manera que haciendo explosión en cualquier momento, todavía les brindó unos años álgidos de inspiración y de concentración disciplinada en su trabajo.

En estas circunstancias se grabó uno de los discos más geniales, redondos e influyentes que ha dado la música popular, cuya estela perdura y tiene visos de seguir perdurando indefinidamente, de generación en generación. Se ha dicho toneladas de cosas sobre su formato vagamente conceptual, su portada, los disfraces de los gachós y demás, así que todo eso lo dejo para los eruditos y tertulianos diversos del pop, que los hay a espuertas. Simplemente dejar claro que, quizá por primera vez, los miembros del grupo se implicaron en gran medida y con enorme ilusión en todo lo que rodeaba al disco. Estamos en ese momento mágico en que los LPs dejan de ser una colección de singles recopilados por la compañía de discos, con una simple foto del "pescao" que se trata de vender, y pasan a convertirse en un trabajo del propio artista, que cada vez en mayor medida toma las riendas de la producción, el arte de la portada, el orden de los temas, etc.

La canción homónima que abre el disco es una especie de "jirón" del medio frustrado carácter conceptual que McCartney pretendía dar al disco entero, y nos mete de lleno en lo que parece que va a ser simplemente un disco de rock bastante majete y energético. Sin embargo, la entrada paulatina de elementos como aplausos y risas enlatadas, coros amplios o secciones de trompas nos empieza a sacar de la cabeza cualquier idea preconcebida. Cuando el final de la canción (cuya letra anuncia algo, una actuación) da paso a la melancolía de Ringo en "With a little help from my friends", un alegato a la amistad y el buen rollo cuya música parece brotar como el agua del final del tema anterior, ya no cabe duda: estamos ante un monstruo de muchas cabezas recién ensillado. Nos vamos de viaje.

Y a todo esto falta por manifestarse todavía el mismísimo
John Lennon, que hace su aparición en ese mismo instante. La llegada de "Lucy in the sky with diamonds" (esa mítica alusión al LSD) podría tomarse como un cambio de esquemas que no pega del todo, una especie de "disidencia" interna por parte del aguardentoso e inquietante Lennon… si no fuera porque las dos primeras canciones han dejado el ambiente preñado de una solidez tan mágica y particular que, contra todo pronóstico, cabe en adelante pensar en el disco como en un todo a pesar de sus constantes golpes de timón.

Pasada la tormenta de alucinaciones de "Lucy", McCartney vuelve a tomar las riendas y, siempre contrapesado por las maquiavélicas y agudas maquinaciones del difícil Lennon, nos regala con "Getting better" y "Fixing a hole" un nuevo rato de alegría pura y exultante, que desemboca en la triste y sensible historia de "She’s leaving home". En este momento la participación de Lennon se torna crucial, no sólo porque aportó un nuevo ángulo de visión en el estribillo, sino porque, terminada la canción, es él quien nos saca de allí amablemente, disolviendo la tristeza de la historia a base de zambullirla de nuevo en un barril de LSD puro: "Being for the Benefit of Mr. Kite!" no es más que un juego, un experimento sonoro cuya inspiración brotó de un simple cartel que vio Lennon, pero es para mí uno de los mayores aciertos de este disco. La melodía serpenteante, concisa y maravillosa de esta canción, aparte de su redondez mágica propia de los más grandes, tiene un no sé qué irónico, lúcido y chistoso, que le confiere un aire maligno pero a la vez curativo.

La cara B se regodea en el ambiente ya creado, y nos va llevando de aquí para allá con un abanico de contrastes aún mas marcado. Un George Harrison por fin plenamente empapado de pasión por el hinduismo y por el sitar, instrumento que ya había empezado a chapurrear bajo la tutela del gran Ravi Shankar, nos propone zambullirnos en la escucha de "Within you without you" que, aunque quizá sea el corte más plomizo del disco, engarza mágicamente con el resto. No en vano estamos ya hipnotizados. Y es que en "Sargent Pepper’s", cualquier canción compuesta por un genio bajo el peso de grandes cogollos de marihuana, y que dijera cosas más o menos enérgicas, bonitas o positivas, no estaba de más. Así son todas, así quedaron. Quien tenga "soniquete", que lo repita si puede.

Poco tardamos en sacudirnos el "plastón" hindú: llega de nuevo McCartney con la caballería. La amabilidad de "When I’m sixty four" y la brillante ironía de "Lovely Rita" (canción en la que tira los tejos con elegancia a una tipa que le había puesto una multa por aparcar mal o algo así) nos ponen de nuevo en nuestro sitio, sonrientes, felices y con la mirada rumbo a quién sabe dónde. Los coros de "Lovely Rita" miran de nuevo al cielo, llevan ese sello Beatle que suena como si te subes el Everest a buen paso mientras roes sin descanso barritas energéticas.

Y aquí llega de nuevo Lennon con "Good morning good morning", una especie de descacharrante y animada cuadratura del círculo en la que la musicalidad más exquisita y natural no está reñida con los cambios de compás más inesperados. Qué jodío el andoba. Buenos días, buenos días… ¡BUENOS DÍAS!, nos dice sin perder su flema inglesa. No sabe uno bien de quién se está riendo, pero desde luego se debió partir el pecho a gusto mientras la inventaba.

Hasta aquí llega el disco, porque tanto esta canción como las otras dos que la siguen pueden ser un perfecto broche de oro. Pero no renunciaron a ninguna de las tres (menos mal) y las colocaron en fila india y en perfecto orden lógico. Tras "Good morning" llega el cierre natural: la segunda parte de "Sargent Pepper’s", que remata la (supuestamente) fallida faena conceptual de McCartney y se puede escuchar como quien ve pasar los títulos de crédito mientras hace un repaso de la suculenta película que ya toca a su fin. Pero las luces del cine no se apagan, porque esta obra maestra merece un final apoteósico. Señoras y señores, aquí llega "A day in the life", una monstruosidad de canción apañada a partir de sendos "trocitos" de tema, primero uno de Lennon y luego otro de McCartney, con los cuales no sabían que hacer sus respectivos autores, y que fueron diabólicamente unidos a huevo puro, empastándolos mediante un arreglo orquestal grandilocuente que te deja sin habla. El famoso arreglo no es más que un crescendo lento en el que los instrumentos van tocando notas cada vez más agudas, subiendo de semitono en semitono. Se repite dos veces: la primera sirve para separar las intervenciones de los dos genios, y la última, más incisiva, va en busca de un majestuoso y extenso acorde conclusivo en el que se concentra todo lo escuchado hasta el momento. Si en muchas ocasiones el "truco" de la música consiste en elevar la tensión hasta un punto poco tolerable y resolver por fin con una distensión liberadora, pocos ejemplos de este método pueden servir de una manera tan plena, tan clara como éste.

Así termina la que para muchos es la obra cumbre de los Beatles, pues si bien quedaban todavía tres o cuatro exquisitos platos que degustar antes del temido fin, que quizá fueron mejores aún en algún sentido, ninguno fue ya tan redondo, tan prieto y homogéneo (¡sin serlo en realidad!) como "Sargent Pepper’s". Eso sí, debe ser escuchado entero, con tiempo y en paz. Nada es indivisible en este mundo, como dijo Jack el Destripador, pero cosas como ésta merecen ser consideradas como un todo. Vale la pena.

Nota: por cierto, quedaron fuera del LP dos grandísimos temas que salieron aparte en single: "Strawberry fields forever" (del Lennon más lisérgico) y "Penny Lane", del McCartney más "Willy Fog". Imprescindibles ambas también.

Formación:
Paul McCartney - voz, bajo, coros
John Lennon - voz, guitarra, coros
George Harrison - Guitarra, voz, coros
Ringo Starr - Batería, voz

PISTAS:
1. Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band
2. With a Little Help from My Friends
3. Lucy in the Sky with Diamonds
4. Getting Better
5. Fixing a Hole
6. She's Leaving Home
7. Being for the Benefit of Mr. Kite!
8. Within You Without You
9. When I'm Sixty-Four
10. Lovely Rita
11. Good Morning Good Morning
12. Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (Reprise)
13. A Day in the Life

THE BEATLES - SGT. PEPPER'S LONELY HEARTS CLUB BAND


THE BEATLES - A DAY IN THE LIFE

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