El rock progresivo, un subgénero musical que a día de hoy sigue muy vigente, nace a finales de la década de los 60, principalmente en el Reino Unido. Es una forma musical impulsada por las bandas que buscaban aumentar el nivel de elaboración. Principalmente deriva del rock psicodélico, pero en él se integran habitualmente elementos de la música clásica, jazz o folk.
Otra de las características en su sonido es que, habitualmente, huyen del formato de canción habitual. Sobre todo al principio, cuando surgió, eran más habituales las improvisaciones, aunque con el tiempo han surgido bandas más esquemáticas y matemáticas. La extensión de pasajes y diferentes partes musicales, hacen que sea habitual un minutaje extenso en las composiciones.
En cuanto a la instrumentación, suele ser muy rica y diversa. No suelen limitarse a voces, guitarras, bajos y baterías, puesto que la paleta sonora se amplía con los teclados y sintetizadores, y en ocasiones con flauta, violín, violonchelo, y aún más.
En cuanto al aspecto rítmico, si tenemos en cuenta que tiene elementos procedentes del rock psicodélico, la música clásica o el jazz, uno puede intuir que no van a utilizar los más habituales. Es uno de los subgéneros menos encorsetados y con mayor libertad, siendo habitual en sus composiciones la utilización de diferentes patrones rítmicos, incluso en una misma composición.
Más allá de los desarrollos instrumentales, hay que decir que es habitual encontrarse con obras conceptuales. Es decir, álbumes enteros tratando sobre una historia o tema en concreto, como si de un audiolibro o película se tratase.
Aún así, conviene decir que el rock progresivo es tan extenso y libre, que su definición exacta se antoja complicada. Es más, dentro del "prog" hay diferentes subgéneros y escenas que enriquecen aún más la propuesta musical.